Seguramente has aprendido durante tu vida que la esperanza es lo último que deberías perder y puede ser cierto; sin embargo, el aferramiento a la esperanza puede llegar a distraerte del presente, el único momento en el que puedes labrar tus condiciones para la experiencia vital en la que estás inmerso.
El apego a la esperanza también puede evitar que tomes medidas para mejorar tu situación actual, ya que si te enfocas únicamente en el futuro, pierdes de vista las oportunidades y recursos disponibles para ti en el ahora.
Por más difíciles que sean las circunstancias, es posible experimentarlas desde un lugar de conciencia. Sin embargo, lo que suele suceder es que con la aversión que desarrollamos hacia las adversidades (que es natural, nadie disfruta pasar dificultades y no se trata de eso), intentamos distraernos con estímulos externos o internos, como el aferramiento a los sueños y las esperanzas.
Hoy estaba pensando en esto y me vino a la mente el caso de Viktor Frankl, psiquiatra y sobreviviente del Holocausto, quien cuenta en su libro "El hombre en busca de sentido" todas las vicisitudes a las que tuvo que enfrentarse en los campos de concentración.
¿Cómo pudo una persona que experimentó algunas de las circunstancias más horribles que un ser humano puede enfrentar aguantar tal situación? Teniendo en cuenta, además, que las posibilidades de elegir sus circunstancias externas eran casi nulas (estaba recluido), por no decir que había cero posibilidad.
No fue la esperanza, ya que el panorama era exageradamente oscuro y él era muy consciente de que en cualquier momento podría ser el siguiente en ser asesinado, morir de hambre o de alguna enfermedad a raíz de las epidemias y las bajas temperaturas en invierno.
Entonces, ¿qué fue?
Bueno, mi conclusión es que, a pesar de haber experimentado lo innombrable, Frankl conectó con la capacidad de estar presente en medio de su situación, la conciencia plena, desde donde era capaz de trascender la realidad externa, y en mi opinión, eso lo mantuvo con vida hasta su liberación de los campos de concentración.
Cuando estás imbuido en la conciencia, la esperanza deja de existir porque te conviertes en el presente, en lo que acontece en cada instante. Entras en un estado de no futuro y no pasado, por tanto, no hay "espera".
Por supuesto, para fines prácticos en nuestra experiencia vital y para sobrevivir en este planeta, requerimos la idea de futuro y pasado (por eso existe el tiempo en esta realidad). Nada sucedería y no creceríamos si no nos organizáramos, planeáramos o fuéramos capaces de desarrollar sabiduría a través de hacer memoria de nuestras experiencias.
Pero imagina las maneras en que podría expandirse nuestra vida al alcanzar el potencial ilimitado, es decir, ser capaces de expresarnos plenamente como la conciencia que somos usando como herramienta la capacidad de recordar el pasado o proyectarnos al futuro (sueños, metas, incluida la esperanza) de la mente.
Te dejo esta frase del libro que me estoy leyendo, Ingeniería interior, de Sadhguru: “Una vez que has conectado con la conciencia ya no tienes que tratar de lograr nada, ni siquiera desear o soñar, porque lo mejor que te puede pasar, te pasará”.
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