En estos días viendo redes socieles, particularmente unos reels, pensaba en esto de lo que te voy a hablar.
La salud mental y la espiritualidad tienen detrás la misma intención: ambas buscan que nos sintamos bien con nosotrxs mismxs y en paz con el mundo que nos rodea. Sin embargo, hay momentos en los que necesitamos más que prácticas espirituales para enfrentar desafíos mentales y emocionales, especialmente, en este mundo moderno en el que estamos sobre estimulados y bombardeados con tanta información.
Para muchxs de nosotrxs, puede que la espiritualidad sea una fuente en la que encontramos consuelo y fortaleza en medio de esta montaña rusa que es la vida. Ya sea a través de la meditación, la conexión con la naturaleza o la práctica de rituales, encontramos en la espiritualidad refugio y guía. Nos ayuda a encontrar sentido, a calmar nuestras mentes y a ver más allá de los problemas cotidianos.
Esos momentos de conexión con nosotrxs mismos y con algo más grande que nosotrxs son como pequeñas pausas en esta realida física tan caótica. Nos permiten respirar, reflexionar y recargar energías. Son valiosos y necesarios. Peeeeero, cuando enfrentamos problemas de salud mental agudos, persistentes y complejos —como lo son la ansiedad, la depresión o el estrés extremo- la espiritualidad, por sí sola, puede no ser suficiente.
Imagínate que tienes una fractura y que intentas sanarla a punta de masajes. Por supuesto, los masajes son beneficiosos y puede que te ayuden un poco con la inflamación, pero la dificultad de fondo, que es la fractura, continúa allí y seguirá doliendo.
Las patologías mentales y emocionales, como la depresión clínica, los trastornos de ansiedad o el estrés postraumático -por no mencionar trastornos complejos como la esquizofrenia, entre otros- requieren atención con herramientas y conocimiento necesario para ayudarnos a navegar estos desafíos de manera efectiva.
Ahora bien, combinar este apoyo con la espiritualidad puede ser un enfoque poderoso. La espiritualidad puede ayudarte a mantener la calma y la confianza, mientras que los profesionales te guían a través de pasos concretos necesarios para mejorar tu salud mental.
No se trata de elegir entre uno u otro, sino de permitir que ambos trabajen en conjunto. Puedes seguir teniendo las practicas espirituales que más resuenen contigo, y al mismo tiempo, asistir a sesiones de terapia. Esta combinación puede darte una base más firme para enfrentar cualquier desafío que se presente en tu vida.
Al final, cuidar de nuestra salud mental es honrarnos a nosotrxs mismxs y nuestra existencia. Ojalá ninguna persona se sintera avergonzada porque no es reflejo de debilidad, todo lo contratrio, es muestra de fortaleza y sabiduría.
Si sientes que necesitas más que una práctica espiritual para manejar lo que estás pasando, no dudes en buscar acompañamiento profesional.
Y recuerda siempre: mereces sentirte bien y tener una vida plena.
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